Origen del árbol de Navidad

Es muy común que desde antes de que comience diciembre ya veamos muchos árboles de Navidad por todas partes, pero ¿alguna vez te has preguntado cuál es su origen? En la siguiente nota te lo explicamos.

Se cree que el origen del árbol de Navidad viene de una tradición anglosajona que con el tiempo fue adaptada por la celebración cristiana.

Durante el solsticio de invierno, algunos pueblos germanos profesaban el politeísmo y celebraban la renovación de la vida adornando con antorchas un árbol llamado Yggdrasil, un fresno perenne considerado el “árbol de la vida”. Lo adornaban todos los 8 de diciembre para recordar el natalicio de Frey, dios del Sol y la Fertilidad.

Por su parte, los celtas decoraban un roble con antorchas y bailaban alrededor de él para conmemorar el cambio de estación.

Para estos pueblos, la copa del árbol representaba el hogar de los dioses, y las raíces, el de los muertos. Estaba adornado con antorchas que representaban el Sol, la Luna y las estrellas.

Cuando el obispo inglés San Bonifacio los evangelizó por el siglo VI, se dice que cortó el Yggdrasil y en su lugar colocó un pino, el cual ornamentó con manazas, que significaban el pecado, y velas, que simbolizaban a Jesucristo. El árbol estaba hecho de hoja perenne que expresaba el amor de Dios y la vida eterna, y su forma triangular constituía la Santísima Trinidad.

Por medio de la guerra y las conquistas, esta tradición llegó a toda Europa y posteriormente a América.

El árbol de Navidad en sí representa al Paraíso donde Adán y Eva comieron del fruto prohibido y se creó el “pecado original”. El color verde simboliza la vida eterna; la estrella, la fe; las esferas, las oraciones de Adviento, y sus colores son significativos: azul (arrepentimiento o reconciliación), plateado (agradecimiento), dorado (alabanza), rojo (petición) y verde (esperanza o abundancia y naturaleza). Cada árbol debe tener entre 24 y 28 esferas que son los días del Adviento, comenzando desde el 8 de diciembre (Día de la Virgen Inmaculada Concepción) hasta Nochebuena.

Asimismo, las luces que iluminan al arbolito expresan la luz que guía nuestro camino por la fe; los lazos, la unión entre las familias y los seres queridos; las figuras colgantes, la gloria de Dios que está en todas partes; y los regalos que se ubican debajo de él son los dones que trae consigo Dios por su nacimiento y que hemos de compartir con los demás.

Esta tradición llegó a nuestro país con el archiduque Maximiliano de Habsburgo en 1864, cuando en el Castillo de Chapultepec instaló un pino que dejó maravillados a todos. Sin embargo, con su fusilamiento, esta tradición fue mal vista y en los hogares de la gente adinerada se comenzaron a retirar, hasta que en 1878 el general Miguel Negrete puso uno en su casa, impactando a propios y extraños incluidos periodistas quienes difundieron la noticia por todo México y así se constituyó esta costumbre.